Impuestos y plataformas digitales: el camino transitado, lo que falta recorrer

Impuestos y plataformas digitales: el camino transitado, lo que falta recorrer

Desde ALAI conversamos con Luis Antonio González Flores, partner de Sánchez DeVanny Eseverri, S.C. En esta nota nos ofrece un panorama del debate sobre impuestos digitales a nivel global.

Los nuevos escenarios de la economía digital plantean nuevos desafíos. Las plataformas digitales generaron una disrupción en la manera de ofrecer y consumir servicios. Estas propuestas intangibles alojadas en la nube y entregadas desde cualquier lugar del mundo, cambian las reglas del juego y motivan a los Estados a buscar mecanismos eficientes y adecuados de recaudación de impuestos. No se trata de un tema novedoso, sino de un aspecto que se discute desde hace años en el marco de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), de la cual ya han emergido algunos consensos.

Por ejemplo, es cada vez más común que se cobre IVA a los productos y servicios digitales que se transaccionan en línea: en general, la obligación de la recaudación recae sobre las mismas plataformas, por lo que también se están desarrollando -como en el caso de México- registros de empresas extranjeras, de forma de abarcar también a aquellas que no tengan presencia operativa física en el país.

Más desafiante resulta acceder a un acuerdo general global en relación al impuesto sobre la renta o de ganancia de las plataformas (DST – Digital Service Tax, impuesto a los Servicios Digitales). A diferencia de lo que ocurre con el IVA a los productos digitales, establecer dónde se produce la ganancia de las plataformas es un hecho más complejo: es necesario buscar un equilibrio para garantizar que las empresas no tributen más de una vez por la misma ganancia y, al mismo tiempo, que no eludan el impuesto y logren una exención completa. Existen algunos  casos de plataformas que radican domicilio en territorios donde la tributación es baja o nula y también casos en los que los Estados, como Estados Unidos, tienen regímenes especiales que les permiten recoger una porción de las utilidades aún cuando la empresa no opere en ese territorio. 

¿Corresponde que el país que impulsa la innovación, el expertise y el know how obtenga lo mismo que la nación que, sin correr riesgo alguno ni impulsar el emprendimiento, solo tiene consumidores de una plataforma? Todo parece indicar que, de las conversaciones globales en el marco de la OCDE y el G20, el régimen fiscal que terminará imponiéndose es el que corre para las empresas multinacionales tradicionales: es decir, se abonará el impuesto a la renta en términos proporcionales a los beneficios que la empresa tenga en cada país. Si bien se avanza sobre puntos de acuerdo, se observa una complejidad en el cálculo para satisfacer a todas las partes que podría implicar un perjuicio para el consumidor: si las plataformas necesitan contratar profesionales especializados en temas tributarios o implementar nuevos sistemas, eso abre el riesgo de que el impuesto sobre la renta o DST se traslade indirectamente al precio del consumidor final, a quien, como ya se indicó, ya le corresponde pagar el IVA digital.

Otro punto importante es cuidar que las empresas pequeñas y medianas, que tengan ingresos limitados, se encuentren en etapa de desarrollo o experimentan restricciones para acceder a determinados mercados; no se encuentren dentro del scope de este nuevo esquema impositivo, precisamente para que no se dañe el poder innovador de las plataformas digitales y que se siga desarrollando el mercado con un número cada vez más grande de jugadores.

El  objetivo de las conversaciones globales en el marco de la OCDE y el G20 es, en resumen, alcanzar un consenso respecto de un modelo tributario mundial, transparente y justo, que eviten que las normas particulares de cada país generen distorsiones u obliguen a pagar dos y hasta tres veces sobre la misma utilidad, lo que a su vez podría desencadenar que determinadas plataformas globales decidan no estar disponibles en determinados territorios. El gran desafío es proteger a los usuarios: que estos nuevos impuestos no se trasladen a los precios ni generen barreras de entrada que perjudiquen el uso de las plataformas digitales.

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