Por Sissi De La Peña Mendoza, Gerente de Comercio Digital y Organismos Internacionales de ALAI
Desde hace años, en México existe una gran problemática de la violencia contra las mujeres, siendo que este fenómeno cada vez más, también se reproduce y expande en las interacciones que se suscitan en el ecosistema digital. Es evidente que las plataformas tecnológicas han ampliado y democratizado los espacios mediante los cuales las personas acceden y comparten información; pero es justo reconocer que, con estos avances, las formas más lacerantes de la comunicación interpersonal también han crecido en los últimos años.
De acuerdo con el “Reporte sobre violencia contra las mujeres en México”, se estima que el 66% de las mujeres mayores de 15 años en el país (alrededor de 30.7 millones), han vivido alguna forma de violencia en sus diferentes representaciones. Siendo que, las mujeres jóvenes, de entre 18 y 30 años, son las más vulnerables en los espacios digitales. Hay que decirlo: la violencia en línea en México es una extensión de la violencia física y sistemática perpetrada por parejas, ex parejas, allegados, desconocidos e incluso las instituciones gubernamentales y otros actores relevantes. Por lo que clasificar y entender como fenómenos ajenos, los actos de violencia online y offline, contribuye a que la violencia en línea no se considere “real” y a que no se tengan en cuenta los efectos que esta tiene en la vida de las mujeres, a nivel físico y emocional.
Lamentablemente, las medidas que las distintas autoridades han llevado a cabo para erradicar estas lastimosas prácticas que ocurren cada día en nuestro país, han sido insuficientes. Es una realidad, que las reformas legales y políticas de gobierno que se han promovido e implementado en los últimos meses para dar respuesta a este problema, carecen de un análisis cuidadoso sobre la complejidad de la vida y los derechos en Internet, así como su estrecha relación con el mundo fuera de la red.
Ejemplo de ello, es la propuesta por la vía punitiva como principal solución a esta problemática. En México, donde el sistema de justicia penal es ineficaz y donde hay altos niveles de impunidad, no puede considerarse una respuesta institucional suficiente para enfrentar un fenómeno complejo. Es más probable que disposiciones como las propuestas terminen siendo utilizadas para inhibir el libre ejercicio de la sexualidad o que por sus potenciales efectos incentiven en las plataformas de Internet la autocensura; en ambos casos, la libertad de expresión se vería menoscabada.
Igualmente, es preocupante que, en el intento por sobre proteger a un grupo de afectados, se propongan marcos legales y regulatorios que puedan limitar los derechos de otros a nombre de la protección a las víctimas. Soluciones como la regulación indebida, la vigilancia sin controles o la prohibición del anonimato hacen que Internet sea un espacio más limitado en materia de privacidad, acceso a la cultura y libertad de expresión, y difícilmente ofrece mecanismos de reparación y garantías de no repetición.
Sin duda, se trata de un problema de gran complejidad, porque por un lado se tiene que garantizar el respeto a la libertad de expresión en el uso de las plataformas digitales, pero que, por el otro lado permita, salvaguardar la seguridad de todos los que interactúan en el ciberespacio y evitar los comportamientos que intenten denigrar al género femenino.
La gravedad y dimensión de este problema traspasa las capacidades de la acción gubernamental. Aquí cobran relevancia las acciones y medidas que se sumen, desde los ámbitos privado, académico y de la sociedad civil, para ayudar a atender las causas y proteger las interacciones digitales de las mujeres y las niñas con prontitud. En esa dirección, la firma del pacto para erradicar esta lastimosa práctica en el país, celebrado en el marco del “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer” por la UNAM, la UNESCO, la Global Alliance on Media and Gender (GAMAG) y de la Asociación Latinoamericana de Internet (ALAI), es una noticia positiva.
Con el acuerdo, se busca atender este tipo de violencia, como un problema estructural y multifactorial que involucra a los sectores público, privado y de la sociedad civil, a través de medidas educativas y de alfabetización digital, orientadas a fomentar mejores prácticas en el uso de dichas plataformas. Igualmente, se busca hacer un uso más consciente del ecosistema digital y a promover la salud de la conversación en línea, empoderando a los internautas a identificar, denunciar y a repeler todo tipo de incitación o glorificación a la violencia en línea y fuera de esta.
Con la firma del pacto, las plataformas digitales hicieron cuatro compromisos puntuales:
- Colaborar con las autoridades y organizaciones competentes en la materia, respetando los valores democráticos y la libertad de expresión;
- Coadyuvar en la generación y difusión de estrategias para la erradicación de estereotipos sexistas y de la apología de la violencia contra las mujeres y las niñas en los contenidos mediante esfuerzos de capacitación, apoyo a la difusión de materiales educativos, generación de alianzas, entre otras acciones;
- Colaborar de forma activa y eficiente para apoyar las campañas que al respecto emprendan las autoridades y organizaciones de la sociedad civil, acordes con los objetivos de cada plataforma y los valores que apoya; y
- Continuar dando a conocer de forma clara y transparente las reglas y términos de servicio, así como de los mecanismos de notificación y objeción en torno a su aplicación.
Mientras que, por su parte, la UNESCO, la UNAM y la GAMAG asumieron dos compromisos:
- Acompañar a las plataformas digitales en el cumplimiento de los compromisos asumidos; y
- En la medida que les sea solicitado, asesorar a las plataformas digitales en el desarrollo de las acciones que se proponen.
De esta manera, diferentes representantes de la sociedad civil dan un paso al frente para avanzar en el combate frontal de la violencia contra las mujeres y niñas en las plataformas digitales. Para ALAI este pacto le permite refrendar su compromiso con el impulso de un Internet fuerte y abierto, que promueva con ello el empoderamiento digital de las mujeres, siendo que el enfoque de género en las plataformas potencia el acceso a oportunidades, eliminando barreras y ampliando las posibilidades de bienestar de las personas a través de la tecnología.
Desde ALAI queremos seguir avanzando en la diversidad de perspectivas, ideas y culturas, que lleven a la creación de mejores productos y servicios. Por lo que es necesario seguir incluyendo a las mujeres en la tecnología, para que sus ideas, pensamientos y aportaciones a la vida, sean tomadas en cuenta en el presente y en el futuro del país. Sólo así, México podrá continuar avanzando lugares en la consolidación de una sociedad verdaderamente incluyente.