Por Raúl Echeberría, Director Ejecutivo de ALAI
El Americas Business Dialogue (ABD) es un mecanismo creado hace algunos años por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para articular la contribución del sector privado regional a los encuentros regulares de la Cumbre de las Américas. En concreto, habilita a distintas empresas de diferentes industrias de todos los países de las Américas a trabajar de manera colaborativa para producir recomendaciones que puedan ser tenidas en cuenta por los gobiernos. Se trata de un mecanismo exitoso, innovador, necesario y constructivo.
Entre los grupos de trabajo que se establecieron, cada uno de ellos orientados a una temática en particular, ALAI tiene el orgullo y la enorme responsabilidad de co-liderar, junto a colegas de la empresa Google, el grupo de Comercio Electrónico y Economía Digital. Desde un primer momento, nuestra misión fue contribuir a acercar la máxima cantidad de voces posibles para contemplar todas las perspectivas y alcanzar consensos para que el conjunto final de recomendaciones sea sintético y factible.
Así es como en 2018, para el proceso de la Cumbre anterior de Las Américas, se definieron cinco recomendaciones:
- Incentivar la aceptación de medios de pago digitales para el desarrollo del comercio digital y garantizar el compromiso de digitalizar los flujos financieros del sector público para aumentar la transparencia y la inclusión.
- Incorporar disposiciones sobre comercio digital de alta calidad a las negociaciones comerciales y los procesos de integración regional para respaldar el desarrollo de una economía digital sostenible en la región, incluidos los compromisos de facilitar los flujos de datos transfronterizos y de abstenerse de implementar requisitos de localización de datos.
- Expandir la cantidad de MiPyME del hemisferio que participen del comercio electrónico y usen tecnologías digitales para mejorar sus negocios.
- Desarrollar una agenda de trabajo que promueva la conectividad y prepare a la región para el 5G.
- Asegurar la participación del sector privado en las reuniones regionales de los entes reguladores de los mercados financieros para fomentar una mayor colaboración entre estos y el sector privado. El foco inicial debería estar en el desarrollo de capacidades en tecnología financiera (fintech), ciberseguridad y lucha contra el lavado de dinero.
Esto es un punto de partida desde el cual iniciamos nuestro camino hacia la próxima Cumbre de Las Américas. Utilizamos un sistema de semáforos para calificar los niveles de avance de cada uno de esos ítems para evaluar los niveles de avance y así desarrollar las nuevas recomendaciones. Detectamos algunos amarillos y rojos, lo que indica que aún queda mucho camino por recorrer y enormes oportunidades para capitalizar y avanzar. Pero además, en esta nueva etapa debimos incorporar el enorme impacto del contexto impuesto por el COVID-19, tanto en términos de aceleración de la transformación digital como del deterioro de las economías, y de los enormes desafíos que esta nueva realidad implica.
Nuestras metas, entonces, se resumen en esos tres puntos clave: profundizar las recomendaciones existentes, considerar los cambios de escenario como consecuencia de la pandemia y apuntalar la recuperación económica. Las recomendaciones anteriores constituyen una buena base sobre la cual continuar construyendo e incorporar los nuevos elementos a considerar.
Por ejemplo el despliegue de 5G sigue siendo muy importante, pero ahora, al mismo tiempo que continuamos apoyando acciones en ese sentido, debemos también reclamar, promover y apoyar medidas innovadoras desde los puntos de vista tanto tecnológico, como regulatorio y político para conectar al máximo posible de la población con condiciones que le permitan ser partícipes de la transformación digital. Del mismo modo, el estímulo a usar medios de pago digitales, mientras sigue siendo muy importante, seguramente migrará hacia la búsqueda de una inclusión financiera digital integral. Y, por supuesto, habrá que generar las condiciones para garantizar que cada país desarrollará políticas consistentes con los objetivos de desarrollo digital.
El coronavirus demostró que el desarrollo digital no es una opción, sino una necesidad: hoy la sociedad requiere una conectividad adecuada no solo para participar de la economía digital y generar ingresos, sino también para acceder a salud, educación y cultura, y hasta para integrarse socialmente o acceder a los servicios de gobierno. La única meta a la que podemos y debemos aspirar es la de conectar de forma significativa al 100% de la población de la región. Y para lograr eso necesitamos enfoques innovadores desde todo punto de vista.
Tenemos por delante un debate rico e interesante, durante el cual no debe perderse de vista la premisa fundamental. El desarrollo digital es central para alcanzar el resto de los objetivos de desarrollo humano, social y económico.
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