Por Sissi De La Peña. Gerente de Comercio Digital y Organismos Internacionales LATAM de ALAI México y Centroamérica.
En años recientes, uno de los temas principales en la relación bilateral de México y Estados Unidos fue la petición del gobierno estadounidense de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, vigente desde 1994. La revisión del contenido de este acuerdo comercial, que incluye a Canadá, brindó la oportunidad de incluir asuntos que el primer tratado no contemplaba, como el comercio electrónico.
Las modificaciones del nuevo acuerdo buscaron que se adaptara a la realidad de un entorno que se ha transformado significativamente, para reflejar las implicaciones del comercio moderno, incluidas las novedades que ha traído el comercio digital. También era necesario reconocer que la tecnología ha cambiado la naturaleza del comercio y las economías de escala de las empresas.
Hasta hace pocos años, las innovaciones industriales y sus aplicaciones en materia comercial se consideraban exclusivas de las economías avanzadas y compañías multinacionales. Sin embargo, la tecnología ha abierto la puerta al comercio digital para los países en desarrollo, las pequeñas empresas y las nuevas empresas, y millones de personas.
En México, las PyMEs son la principal fuente de creación de empleos: más de 64% de las empresas son PyMes y generan más de 60% del empleo. Las nuevas empresas, con frecuencia, “nacen globales”, en virtud de las ventajas que ofrece Internet, por tanto, no tienen que seguir la progresión lineal de pasar de los mercados locales a los nacionales a los internacionales, pues pueden vender globalmente desde el primer día. La digitalización cambia la forma en que se lleva a cabo el comercio, además de quién y qué se negocia. Así, un creciente número de transacciones de bajo valor y pequeños envíos cruzan las fronteras.
En este nuevo contexto económico global de la era digital, México enfrenta desafíos importantes, particularmente, el desarrollo de infraestructura para la innovación y la creación de un mercado digital integrado con nuestros socios comerciales. El capítulo de comercio digital del nuevo tratado con Estados Unidos y Canadá (T-MEC) otorga a México la posibilidad de establecer condiciones para incluir a pequeños y medianos empresarios a la economía global, que es la economía digital para innovar.
Entre las disposiciones que se incluyeron en el tratado, para cumplir con estos objetivos, destacan:
- Facilitar el libre flujo transfronterizo de datos.
- Prohibir la localización forzada de servidores.
- Establecer protecciones sólidas de responsabilidad de intermediarios al eximir de responsabilidad a las plataformas informáticas por el contenido subido por terceros. La disposición garantiza el derecho a la libertad de expresión consagrada en nuestra Constitución y, al mismo tiempo, preserva nuestro marco legal en materia de telecomunicaciones.
- Protección de datos personales, prohibición de aranceles aduaneros, no discriminación de productos digitales, firmas electrónicas.
- Protección al consumidor, las partes reconocen la importancia de adoptar y mantener medidas transparentes y efectivas para proteger a los consumidores de prácticas comerciales fraudulentas y engañosas.
- Esquemas y prácticas no discriminatorias para proteger la información personal de los usuarios del comercio digital.
- Fortalecer la cooperación en ciberseguridad, para identificar posibles amenazas en el entorno digital que afecten su sano desarrollo.
- Mejorar el gobierno digital abierto y facilitar el acceso y uso de los datos gubernamentales públicos
- Proteger la innovación y la propiedad intelectual de los creadores del código fuente.
Si bien, es un gran logro que en el nuevo tratado se haya incluido un capítulo exclusivo para proveer el marco que fomente el comercio digital en la región, es muy importante no perder de vista que la negociación se enfrentó a múltiples resistencias por parte de sectores que, por falta de conocimiento sobre los beneficios del comercio digital, se opusieron a que éste se fomentara mediante un tratado internacional, pues se argumentó que México no estaba en condiciones ventajosas para participar en este esquema comercial.
Nada más lejano de la realidad: la economía digital contribuye a que pequeños y medianos empresarios puedan librarse de múltiples procesos ineficientes (al digitalizar los procesos), los ayuda a ser más productivos y aumenta su participación en la economía formal, con todos los beneficios que esto representa. El uso de la tecnología tiene el potencial de eliminar intermediarios que, regularmente, frenan el desarrollo de múltiples actividades económicas.
México se encuentra en un momento crucial para definir el camino que desea seguir: con la ratificación del tratado con Estados Unidos y Canadá, el país deberá emitir legislación que apuntale el contenido de este tratado comercial. La ventaja es que los objetivos y principios que se definieron para el capítulo de comercio digital son enteramente compatibles con la política comercial del gobierno federal, por lo que podemos esperar que la normatividad esté enfocada en el cumplimiento de estos objetivos.
La Secretaría de Economía en México ha destacado que busca atraer inversión extranjera directa bajo los principios de diversificación, inclusión e innovación. Es innegable que el Internet y, específicamente, el comercio electrónico, son una herramienta fundamental para diversificar el comercio y las inversiones, pues permiten librar barreras geográficas. Además, permiten que los beneficios de diversas actividades económicas lleguen a sectores de la población que solían estar excluidos de la participación en la economía. Sin olvidar que las tecnologías de la información son fuente de innovación, pues permiten democratizar el conocimiento y el acceso a diversos servicios.
Por tanto, es pertinente destacar el papel de las plataformas de Internet en el mercado global como facilitadoras del comercio internacional, pues reducen costos de transacción, comunicación y aumentan la disponibilidad de productos y servicios, además de favorecer el crecimiento de empresas con modelos de negocios enfocados en crear cadenas de valor. Con esto en mente, es evidente que los emprendedores y usuarios en México se beneficiarán con el desarrollo y uso de estas plataformas.
Cambiar el paradigma de la amenaza que representa la tecnología y la revolución digital a la creación de empleos y eliminar intermediarios innecesarios con el fomento de la economía digital requiere crear las condiciones en el país para que este sector crezca. Tenemos que informar, permanentemente, sobre los beneficios que obtenemos todos cuando favorecemos el desarrollo de una economía más dinámica, incluyente e innovadora.
El desarrollo del comercio digital es una realidad en México: según datos del INEGI, en 2017 la participación del comercio electrónico de bienes y servicios en el PIB fue de 4.6%; mientras que en 2013 fue de 3.0%. Además, el IMCO prevé que con el fomento de la economía colaborativa el PIB podría aumentar hasta 2.5% al año (el doble que la tasa actual) al conseguir un ahorro de 3.0% por eficiencias en los principales sectores, como transporte, alojamiento y servicios financieros.
En México, cada vez más usuarios tienen acceso a Internet, pero es fundamental desarrollar el marco normativo adecuado para lograr que esta herramienta contribuya al desarrollo económico nacional y cada vez más mexicanas y mexicanos tengan mejores condiciones de vida. Con el desarrollo de la economía digital, México se beneficiaría de la adopción de mejores prácticas internacionales e intercambio tecnológico, para mejorar las brechas actuales.