En el último año hemos visto en la región como, impulsado por la perseverancia de las empresas de telecomunicaciones, se ha logrado incluir en la agenda de discusión la propuesta para que las empresas de contenidos y servicios (llamadas plataformas en general) paguen a las empresas de telecomunicaciones (habitualmente llamadas telcos) un subsidio por el uso de sus redes, una Tasa de Red o Network Fee.
A esta propuesta se le ha llamado también sutilmente “fair share” en un intento deliberado de asignar un componente de justicia al subsidio propuesto, algo que no tiene ningún fundamento desde el punto de vista económico.
Esta discusión se apoya en una serie de premisas erróneas de las cuales tomaremos algunas para comentar:
- La primera de ellas es que las telcos y los proveedores de contenidos tienen similar participación en las cadenas de valor del ecosistema de Internet.
Claramente los roles de estos actores son diferentes. El negocio central de las Telcos es vender servicios de infraestructura y por lo tanto su inversión central es y debe ser en el desarrollo de infraestructura. Por otra parte, el negocio de los proveedores de contenido es la innovación y por lo tanto el centro de la inversión debe ser la innovación constante para desarrollar nuevos servicios que agreguen valor a sus usuarios, lo que por otra parte mantiene la demanda de servicios de conectividad sobre los que se basa el negocio de las Telcos.
Los proveedores de contenido, sin embargo y como veremos a continuación, invierten igualmente de forma muy significativa en el desarrollo de infraestructura para apoyar su negocio de innovación y para que sus usuarios puedan recibir el máximo valor por los mismos.
- Otra de las premisas erróneas mencionadas, es que Internet y las redes de las telcos son lo mismo, cuando en realidad estas redes son solo una parte de Internet.
Internet es la suma de muchos componentes de infraestructura: Infraestructura de nubes, Redes de distribución de contenidos (CDNs), cables terrestres y submarinos, satélites, puntos de intercambio de tráfico (IXPs), Data centers y servidores caché entre otros. Y esto sin nombrar los responsables de componentes de infraestructura crítica como por ejemplo el DNS, root servers, RPKI y direcciones IP.
Este gran conjunto de componentes de Infraestructura de Internet es manejado por distintas organizaciones y empresas. Por lo tanto, la respuesta a la pregunta de ¿quién invierte en el desarrollo de infraestructura de Internet? es que cada una de esas empresas y organizaciones invierte en su ámbito de negocio y funcionamiento.
Son muchos los actores que, en conjunto, desarrollan la infraestructura de Internet.
La complejidad de esa infraestructura y la evolución tecnológica constante hacen que el funcionamiento de Internet dependa de la existencia y actualización de todos y cada uno de esos componentes.
Son tan importantes y necesarias las redes fijas y móviles de las Telcos, como las redes de satélites de baja órbita, los data centers, CDNs, etc.
- Por último, también es una premisa errónea que se necesite regulación para que las telcos y los proveedores de contenido puedan negociar acuerdos de interconexión.
En el mundo existen miles de acuerdos de interconexión: de operadores entre sí, de operadores con CDNs, de operadores con proveedores de contenido, etc.
Estos acuerdos son negociados libremente sin necesidad de regulación, aportando beneficios a todas las partes involucradas.
El ecosistema de interconexión es muy exitoso y funciona bien gracias a estos miles de acuerdos y la colaboración constante de todos los actores más allá de los objetivos propios de cada uno.
Las telcos argumentan que las aplicaciones y servicios de las plataformas hacen que sus clientes demanden más del producto que venden.
Lejos de ser un problema, eso es un dato positivo para las telcos. Hay una demanda constante de sus servicios en un entorno donde hay competencia, donde la fijación de precios es generalmente libre y donde los otros componentes del ecosistema no tienen incidencia. Los precios de los servicios de acceso a internet obedecen exclusivamente a leyes del mercado basados en la oferta y la demanda.
Tampoco se evidencia una escasez de recursos ya que, en los lugares donde las telcos ofrecen sus servicios, el mercado parece moverse más por la oferta que por la demanda. Generalmente las empresas ofrecen a sus clientes planes que incluyen más capacidad de tráfico de la que los clientes demandan y/o necesitan.
O sea, las telcos manejan un negocio donde no hay escasez del producto o servicio que venden, la fijación de precios se basa en las reglas de mercado y no hay problema de caída de demanda. No hay, por lo tanto, ningún elemento que pudiera justificar una intervención regulatoria en un mercado que no presenta anomalías. Por otra parte, es imposible que una intervención regulatoria de ese tipo no genere efectos distorsivos y negativos en el mercado.
Aunque parezca contradictorio, las plataformas y las telcos, al igual que otros operadores del ecosistema digital comparten un interés fundamental, que los contenidos y servicios les lleguen a sus usuarios con la mejor calidad posible. Las telcos mejoran la infraestructura de llegada a sus clientes, y otros actores innovan y evolucionan su infraestructura acercando cada vez más los contenidos a los usuarios, al tiempo que colaboran en mejores condiciones de interconexión.
Las plataformas, las CDNs y las telcos tienen cada uno sus componentes de infraestructura y por lo tanto, en algún lugar esos componentes tienen que conectarse. A esas conexiones se les llama “peerings” y suceden en diversos lugares. Puede ser en uno de los muchos puntos de intercambio de tráfico que existen o incluso en muchos casos los proveedores de contenido instalan sus cachés dentro de las redes de las telcos trayendo literalmente sus datos hasta dentro mismo de las redes de las Telcos.
Existen ya miles de acuerdos de peerings en el mundo y es por lo tanto es justo preguntarse: ¿quién le paga a quien en esos acuerdos ya existentes de peering?.
- ¿Son las Telcos quienes pagan a las plataformas por acceder a sus contenidos?, o
- ¿Son las plataformas que le pagan a las Telcos para que los usuarios de las telcos puedan acceder a los contenidos y aplicaciones?
Bueno, la respuesta es que la inmensa mayoría de los acuerdos de peering en el mundo son informales y gratuitos para las dos partes. Y esa respuesta no debería sorprendernos porque está basada en la conclusión a la que el mercado ya arribó de forma natural: esos actores del ecosistema se agregan valor mutuamente.
No existiría el negocio de las plataformas si sus usuarios no tuvieran como acceder a sus contenidos y no existiría el negocios de las Telcos si no hubiera contenido que fluyera sobre sus redes.
A esto hay que agregar la relevancia del trabajo de lo que habitualmente conocemos como Comunidad Técnica de Internet. Organizaciones como Internet Society o los Registros Regionales de Internet, entre muchos otros, han invertido mucho dinero y esfuerzos en el fortalecimiento de la infraestructura de Internet lo cual ha incluido entre otras muchas iniciativas la promoción de mejores esquemas de interconexión y el despliegue de Puntos de Intercambio de Tráfico o IXPs (por su sigla en inglés).
Los IXPs han mejorado enormemente los costos de interconexión entre redes y en muchísimos casos ofrecen alternativas más eficientes y económicas donde hacer peering también con proveedores de contenidos o plataformas, tanto por facilitar un mejor acceso a redes o data centers donde las plataformas tienen infraestructura propia, o por el acceso a cachés instalados en esos IXPs.
Brasil y Argentina son ejemplos (no los únicos en la región) donde la comunidad técnica y el sector privado han invertido mucho en los últimos años en el despliegue de IXPs, en la instalación de cachés y en desarrollar la cultura del peering, lo cual le da hoy posibilidades de mejor acceso a redes, datos y aplicaciones fundamentalmente a pequeños y medianos ISPs distribuidos por todo el país, jugando un papel fundamental en la reducción de la brecha digital.
Esos enormes esfuerzos, que han hecho que la Internet sea mejor para millones de Latinoamericanos, podrían perderse si prosperaran iniciativas de “network fees”, mal llamadas “fair share”.
Si las plataformas tuvieran que pagar a las telcos por el simple hecho de que sus usuarios consumen más tráfico, se terminaría el incentivo para estas empresas de hacer las grandes inversiones que hacen en infraestructura (cables, data centers, servicios de nube, tecnología de caché, despliegue de cachés y presencia en los IXPs) para traer los contenidos más cerca de los usuarios y, seguramente, la mayoría de los peerings se harían en los principales IXPs internacionales donde tanto las grandes telcos como las plataformas tienen ya presencia.
Las telcos tendrían que traer los datos desde sitios más lejanos, en lo que sería un gran retroceso en relación a todo lo logrado en los últimos 20 años, y los acuerdos de peering dejarían de ser informales ameritando largas negociaciones de contratos complejos.
Por obvias razones de mercado, tanto los ISPs chicos como las plataformas chicas se verían afectadas por el menor poder de negociación y los altos costos de llegar hasta IXPs más lejanos. La interconexión que hoy sucede dentro de los países (y por la que se ha trabajado tanto) se deterioraría, aumentarían los tiempos de latencia, subirían los precios del acceso y por último, las distintas condiciones de peering y acceso a los contenidos causaría fragmentación de Internet con un impacto negativo grande en la Neutralidad de la red.
Esto no son solo hipótesis sino que ya lo vimos pasar.
Corea del Sur es el único país del mundo donde se ha implementado una política de “tasas de red” o “network fees” y esas han sido las consecuencias.
En Europa, que es de donde América Latina está importando esta discusión, no se aprobó ningún tipo de política de este tipo luego que la consulta pública organizada por la Unión Europea mostrará un mayoritario rechazo a este tipo de iniciativas, incluyendo entre otros opositores a BEREC, la asociación de reguladores Europeos.
Esta es una discusión que ha colocado a las Telcos de un lado y a todo el resto de los actores de Internet del otro.
La discusión en Europa se ha ido postergando y todo indica que, si bien aún no ha sido desechada formalmente, esta iniciativa no prosperaráñ
Es imperioso avanzar sin pausa en cerrar las brechas de todo tipo y trabajar denodadamente para que el desarrollo digital sea clave para el desarrollo humano, social y económico de la región. No nos podemos distraer con una discusión artificial que parte de premisas incorrectas, que arriesga generar efectos negativos en la infraestructura de Internet regional y que promueve propuestas que van a contrapelo del funcionamiento de nuestras economías.