Por Raúl Echeberría Director Ejecutivo de ALAI
Estamos en un momento histórico: esos hitos que ocurren muy de vez en cuando y que dejan cambios profundos. En este contexto, la innovación se presenta como un elemento esencial para el desarrollo económico, social y humano. La pandemia no solo aceleró la transformación digital, sino que también nos puso en un sitio diferente, nos dio la oportunidad de generar un replanteo estratégico.
No obstante, el impacto del COVID-19 sobre los países ha sido muy duro y muchas veces los gobiernos se enfrentan a una dicotomía: implementar medidas de corto plazo, con efectos inmediatos, pero que por sus características nos alejan de los objetivos estratégicos o, por el contrario, levantar la vista hacia el horizonte del largo plazo y pensar en el desarrollo digital para no solo lograr la recuperación económica, sino también para salir fortalecidos de cara al futuro.
En ALAI estamos convencidos que el camino consiste en impulsar la innovación y promover el emprendedurismo y la creación de habilidades digitales en la región. Latinoamérica debe enfocarse en incorporar cada vez más habilidades a su capital humano para posicionarse como un hub de innovación a nivel mundial.
Son tiempos difíciles y es lógico y ético que los gobiernos tiendan a proteger diferentes sectores de la economía. Sin embargo, no deben perder nunca de vista que esas medidas pueden generar una sensación de alivio irreal y desarticular los estímulos para evolucionar o incorporar nuevas tecnologías. Generalmente es difícil innovar desde la calma: las motivaciones para la innovación desde la percepción del riesgo son siempre mayores.
La política pública debe por tanto encontrar el equilibrio: el objetivo no debe ser proteger a la sociedad de la innovación, sino apostar a ecosistemas innovadores fuertes que apoyen la introducción de tecnologías en las cadenas de valor, la creación de capacidades, la gestión del talento, la oferta de fondos de financiamiento y la contribución en la búsqueda de nuevas oportunidades.
La región debe generar mejores marcos de colaboración incluso en sectores en que los países compiten entre sí. Hay mucho espacio para modelos de colaboración precompetitiva. Tanto entre los países como entre los diversos actores tanto a nivel local como regional. Las empresas, el sector público y la sociedad civil deben actuar en conjunto para entender los problemas, los desafíos y las capacidades disponibles y luego, con una base sólida, salir a competir.
La construcción colectiva es fundamental: ninguna de las partes tiene la perspectiva completa, pero cuando funcionan como engranajes los resultados van en la dirección deseada.
Hemos visto casos de leyes y políticas que incluyen regulaciones de Internet que se presentan sin acuerdos previos generalizados, sin suficiente discusión o con la mirada puesta en solucionar un problema de un sector en particular, pero que luego debieron ser revisadas durante meses por sus potenciales consecuencias negativas no deseadas que causan o que causarían. La energía -medida en esfuerzo, tiempo y talento dedicados- es un recurso muy escaso y muy valioso que no debemos darnos el lujo de desperdiciar. Trabajando de forma colaborativa podremos establecer mejores políticas que combinen los objetivos específicos y generales de desarrollo digital.
Necesitamos políticas habilitadoras y no restrictivas de la innovación y el desarrollo. Cuando un emprendedor se topa ante innumerables barreras, exigencias, responsabilidades inciertas e impuestos excesivos, se desmotiva ante los riesgos que podría correr su proyecto.
La recuperación económica post pandemia es un objetivo primordial. Pero el árbol no puede tapar el bosque: todos debemos entender, especialmente los gobiernos, que sin desarrollo digital e innovación, el desarrollo económico no es posible.
Los dolores que provoca esta crisis son grandes y los desafíos son significativos, pero las oportunidades también son inmensas. Nuestra capacidad de aprovecharlas para que América Latina logre un crecimiento sostenible en el tiempo depende en gran parte de nuestra habilidad para construir esquemas de colaboración eficientes y diseñar estrategias sólidas de apoyo a la innovación, el emprendedurismo y el desarrollo digital.