Los diferentes actores del sector financiero, tanto fintech como entidades tradicionales, deben promover el intercambio de información y conocimiento para simplificar el acceso de las personas a los servicios financieros.
La capacidad de realizar un pago sin ningún tipo de fricción o dificultad, sin importar qué tipo de cuenta tienen el emisor o el receptor o con qué bancos o fintech operan. De eso se trata, en palabras sencillas, la interoperabilidad de pagos digitales.
Si consideramos la definición técnica, diremos que la interoperabilidad es la capacidad de los sistemas de información y de los procedimientos a los que estos dan soporte de compartir datos y posibilitar el intercambio de información y conocimiento.
En la era de la transformación digital es un concepto que puede traer enormes beneficios para diferentes industrias: desde la salud hasta las empresas aseguradoras y desde las cadenas de valor de distribución de productos y servicios hasta la investigación científica.
Puntualmente, en el universo de los servicios financieros, la interoperabilidad implica que los proveedores de servicios de pago puedan trabajar de manera colaborativa y compartir su información de forma fluida. Desde el punto de vista del usuario, esto significará la posibilidad de enviar y recibir dinero desde cualquier billetera a cualquier otra, entre un banco y una fintech, o hacer pagos a través de un QR genérico independientemente de la entidad con la que opere.
Más simple y con una mejor experiencia
La interoperabilidad de pagos digitales es, ante todo, una herramienta poderosa para acelerar la inclusión financiera. Latinoamérica continúa enfrentando serios desafíos en términos de bancarización, acceso a crédito, formalización del trabajo y falta de confianza en el sistema financiero.
Como consecuencia de todos estos factores, el número de personas en la región que aún no dispone de una cuenta bancaria ni de tarjeta de crédito, y que está inhabilitado para obtener préstamos, es todavía muy elevado. El Global Findex del Banco Mundial detectó, por ejemplo, que en Latinoamérica el porcentaje de adultos que realizó algún pago digital en 2021 fue de apenas un 20%, muy por debajo del promedio mundial de 51%. Por otra parte, las brechas de género (más hombres que mujeres tienen cuentas bancarias) y de nivel educativo (a mayor formación, mayores niveles de bancarización) resultan más profundas en la región que en otras geografías.
Las fintech están resolviendo de manera parcial este problema: permiten que los usuarios obtengan soluciones financieras con apenas unos pocos clics. La interoperabilidad es clave para complementar estos nuevos servicios, ya que ayuda a su adopción e integración y simplifica la experiencia de los usuarios. Por ejemplo, una fintech que permita retirar efectivo de cualquier ATM -sin importar a qué institución bancaria pertenece- simplifica el día a día de aquellos que viven en locaciones remotas.
Avances concretos
En la región estamos viendo algunos casos exitosos vinculados a la interoperabilidad de medios de pagos. En el caso de la Argentina, el Banco Central (BCRA) ya avanzó en la regulación de las billeteras digitales, de forma tal que, ante un código QR y sin que importe cuál es la marca que lo originó, cualquiera puede realizar pagos y transferencias, incluyendo tanto el dinero disponible en la billetera digital como cualquier tarjeta de débito asociada.
¿El resultado? El número de transacciones más que se quintuplicó en apenas un año. Según datos del propio BCRA, pasaron de menos de 50.000 a principios de 2022 a más de 250.000 a inicios de 2023. El mercado ahora impulsa incrementar esos niveles de interoperabilidad y sumar las tarjetas de crédito al universo QR.
En Brasil, por su parte, el Banco Central (BCB) lanzó en noviembre de 2020 PIX, un sistema de pago electrónico e inmediato que con una simple clave permite concretar una transacción, de forma que el receptor ve el dinero en su cuenta en segundos. En apenas dos años, superó en volumen de transacciones a las tarjetas de crédito y a las de débito.
Pero, lo más importante, es que impulsó la bancarización: es necesario disponer de una cuenta para utilizar PIX. Hoy es el medio de pago elegido por artesanos, pequeños comerciantes y hasta artistas callejeros. Según datos del BCB, en abril de este año se realizaron 3 millones de transacciones PIX y al 30 de abril casi 139 millones de personas utilizaron el sistema.
Apenas dos ejemplos de cómo la interoperabilidad de pagos digitales hace que la inclusión financiera deje de ser un obstáculo y comience a ser un proceso natural.
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