Un panel de expertos de los sectores público y privado debatieron la importancia de generar políticas públicas que promuevan una transformación digital sostenible e inclusiva para la región.
Con la moderación de Raúl Echeberría, Director Ejecutivo de ALAI, y la participación de Tatiana Clouthier, Secretaria de Economía de México, Ana Lucía Lenis Mejía, Responsable de Políticas Públicas de Habla Hispana de Google, Fabrizio Opertti, Gerente del Sector Integración y Comercio del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), Mario Cimoli, Secretario Ejecutivo Adjunto de CEPAL y Julio Pertuzé, Subsecretario de Economía de Chile; se llevó a cabo el panel “Desarrollo digital como herramienta de recuperación y crecimiento económico”, parte del evento DigiEcon LATAM 2021 organizado por ALAI con el fin de compartir distintas miradas y llegar a consensos regionales sobre el tema.
“El desarrollo digital no solo es un eje central para la recuperación económica inmediata, sino también para un crecimiento sostenible e inclusivo en el mediano y el largo plazo”, sentenció Echeberría durante la presentación del panel, haciendo referencia a uno de los principales principios que mueven a nuestra asociación: el desarrollo social inclusivo.
“La digitalización no solo juega un papel preponderante: el futuro es digital”, señaló a su vez Clouthier. “En un contexto como el que nos tocó vivir con la pandemia, fue una herramienta clave para fortalecer el comercio y colaborar a que los negocios más pequeños salieran adelante, en especial segmentos muy golpeados como el de restaurantes o el de artes e industrias creativas”, enumeró. También destacó la importancia de un mayor despliegue de conectividad para que abarque todos los rincones de la región. “Sin eso, difícilmente nuestros países logren estar a la altura de las circunstancias”, advirtió.
De la adaptación a la creación de oportunidades
Cimoli, por su parte, destacó que en los países de la región hubo una respuesta y cierta capacidad de adaptación frente al cambio (“más lenta por parte de los Estados que de las empresas o las familias”, aclaró). Sin embargo, consideró que eso es apenas el inicio del camino. “Es imprescindible acompañar con políticas complementarias, industriales y tecnológicas, para alcanzar un salto de modelo y que dejen de existir asimetrías con otras regiones que destinan numerosos recursos a la digitalización, como Europa y Estados Unidos”, aclaró. “Además, de esta manera se corregirían las desigualdades que se mantuvieron”, citó.
Opertti no solo consideró la transformación digital como un tema clave para crear empleo y promover la inclusión, sino que aseguró que es una herramienta fundamental para “crear ciudadanos libres capaces de fiscalizar gobiernos, estudiantes empoderados y emprendedores que pueden mostrar sus productos y servicios tanto a nivel local como internacional: la tecnología es una catalizadora de libertad social, política y económica”, afirmó, en línea con uno de los principios rectores de ALAI: la visión de Internet como un impulsor para el goce y el respeto de los derechos humanos.
Explicó luego que reducir el costo de la adquisición de la información y dejarla disponible de manera transparente e inmediata, incrementa las oportunidades para todos los sectores y permite una mejor convivencia ciudadana, con un crecimiento económico armonioso. Según datos del BID, si se equiparara la conectividad de Latinoamérica con la de los países de OCDE, el producto interno bruto de la región crecería un 8% y la productividad, un 6%. Y si se cerraran las brechas de habilidades digitales, el alza sería del 3%. Opertti también compartió datos sobre el impacto ambiental de las tecnologías digitales: pueden contribuir en un 15% a la disminución de la huella de carbono para 2030.
“La oportunidad de aceleración digital en la región no tiene precedentes”, coincidió Lenis Mejía. “El potencial a explorar es aún mayor y requiere de un trabajo conjunto entre diferentes actores tanto del sector privado como del público”, agregó. Google aportó el documento técnico Digital Sprinters (“velocistas digitales”) en el cual entrega recomendaciones de acuerdo a la experiencia y los conocimientos de la compañía en mercados emergentes.
Los cuatro pilares
La orientación se enfoca en cuatro pilares para el desarrollo de políticas públicas: el capital físico (el acceso es una precondición para la transformación digital), el capital humano (eliminar brechas de género y desarrollar capacidades acordes a las necesidades del mercado), la innovación tecnológica (marcos regulatorios flexibles que acerquen los negocios a herramientas financieras para sumar nuevas tecnologías) y la competitividad (la importancia de promover estándares regulatorios y un mercado abierto).
Junto con la consultora AlphaBeta, Google también realizó un estudio para medir los beneficios económicos potenciales de la transformación digital en cada país y entregar políticas públicas sugeridas para acelerarlos: la oportunidad anual para los países emergentes de Latinoamérica es de US$1.000 millones.
Pertuzé, por su parte, se enfocó en el segmento MiPyME. “El 62% de las PyMEs chilenas incorporó nuevas tecnologías durante la pandemia y 90% asegura que no habrá vuelta atrás en ese sentido”, apuntó. Hubo también un enorme impacto en la creación de empresas: en 2020 hubo un crecimiento de 14,4% en ese rubro en relación al año anterior. “Si bien es cierto que las necesidades producto de la crisis suelen incrementar este tipo de índices, aquí la digitalización cumplió un rol clave: habilitamos la posibilidad de que se pudiera crear una empresa en un solo día de manera 100% digital, un cambio regulatorio que produjo un crecimiento notable”. El funcionario chileno también destacó el crecimiento exponencial de los medios de pago digitales y su impacto en la inclusión financiera, también esencial para la transformación digital de las MiPyMEs.
Esfuerzos coordinados
Por otra parte, Pertuzé destacó la importancia de los esfuerzos coordinados -en particular con otros ministerios- para lograr avances significativos en materia de desarrollo digital. Recientemente se lanzó un proyecto de ley fintech liderado por Hacienda, una política de ética y gobernanza en inteligencia artificial trabajada en conjunto con Ciencia y Tecnología, o el primer DEPA (Acuerdo de Asociación de Economía Digital) firmado con Nueva Zelanda y elaborado con Relaciones Exteriores. “En algunos casos, como el de IA, notamos que todos los ministerios podían aportar algo: no se trata de crear iniciativas en un solo lugar, sino de generar un manejo eficiente de los datos que genera el aparato público y de pensar modelos regulatorios nuevos”, explicó. “La forma que teníamos de generar consensos a través del Congreso hacía que la discusión muchas veces se diera cuando la tecnología ya había evolucionado”, dijo.
En términos internacionales, México participa del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), un tratado de libre comercio en el cual la digitalización juega un rol clave. “Tenemos una mesa de trabajo destinada a facilitar el comercio electrónico, el transporte de mercancías, el control de contrabando basado en tecnología y la optimización de la cadena de suministros a partir de la vinculación entre quienes necesitan los productos y quienes pueden proveerlos”, sostuvo Clouthier, para quien muchos de estos conceptos pueden replicarse a nivel latinoamericano.
Regulación el delicado equilibrio
Los disertantes coincidieron en que un punto clave es cómo encontrar el delicado equilibrio entre sobrerregular e impedir así el desarrollo de las nuevas tecnologías, y sub-regular y que las regulaciones no abarquen las necesidades existentes. “Además, las políticas digitales deben ser de Estado, es decir, que se mantengan en el tiempo más allá de los gobiernos”, expresó Cimoli. “Se trata de un tema crucial desde el punto de vista sanitario -como quedó demostrado el último año-, pero también en el comercio internacional, en la industria, en el desarrollo de las PyMES y hasta en la formalización de la economía”, aportó. Para el experto, las políticas no solo deben ser sostenibles y universales, sino también premiar la innovación.
En este sentido, Opertti destacó el rol de ALAI: “por su labor pedagógica y didáctica alrededor de la economía digital en la región, principalmente entre los gobiernos, lo que apuntala y ayuda al desarrollo de acciones”, expresó. “Viendo el vaso medio lleno, detectamos avances en infraestructura y conectividad, marcos normativos adecuados y equilibrados y la formación de capital humano para que, con nuevas destrezas, capitalice los puestos de trabajo que se generan alrededor de la tecnología, pero se necesita un mayor esfuerzo para que la tecnología sea un igualador social y un potenciador de talento”, concluyó.
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