Por Sissi De La Peña, Gerente de Comercio Digital de ALAI
La transformación digital apunta a aprovechar las tecnologías emergentes para habilitar el crecimiento y promover una mejora en la calidad de vida de las personas. El desafío que tenemos por delante es enorme, ya que para alcanzar ese resultado previamente deben existir inversiones en habilidades, cambio organizacional, innovación de procesos y nuevos sistemas y modelos de negocios.
El impacto en la sociedad, tanto el positivo como el negativo, es altísimo. Por esta razón es necesario comenzar a analizar y a trabajar de manera muy rigurosa en los marcos normativos que permitan regular la actividad de nuevas tecnologías, en particular las más disruptivas, como pueden ser la inteligencia artificial o Internet de las cosas y, al mismo tiempo, lograr que esas mismas normas no se conviertan en un obstáculo para el normal desarrollo de la innovación.
Con esto en mente, recientemente participé del panel “Importancia de fomentar el potencial de las tecnologías emergentes en pro de la transformación digital” en el marco del taller de Regulación Colaborativa – Inclusión Financiera organizado por el IFT (Instituto Federal de Telecomunicaciones de México) en coordinación con la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones). Se trató, precisamente, de un ámbito para abrir el juego: los temas digitales son tan abarcativos e influyen en tantos ámbitos en simultáneo que sería absurdo limitar la creación del marco normativo a una única entidad. Si bien el evento se centró en la inclusión financiera, la realidad es que este proceso debería darse en todos los ámbitos de la nueva vida digital.
Es imprescindible una coordinación institucional: que a los entes reguladores tradicionales (como es el IFT en materia de telecomunicaciones) se sumen la academia, la sociedad civil, el sector público y el sector privado para alcanzar una normativa que habilite una verdadera inclusión digital. En el caso de las finanzas, tema clave del panel, deben participar el IFT, Banxico (Banco Central de México), la Bolsa Mexicana de Valores, organismos especializados en protección de datos y entidades de defensa del consumidor. Cuantos más ángulos de análisis se incorporen, más rica será la normativa.
La tecnología avanza más rápido que los marcos regulatorios y eso es imposible de evitar. En este contexto, la regulación colaborativa se consolida como el escenario ideal para acompañar las novedades que se presentan de manera vertiginosa sin inhibir el desarrollo tecnológico para que la innovación siga motorizando un mayor bienestar para la humanidad.